top of page

Aprendiendo a entender


Y entender, entender que ir hacia adelante no es mirar el reloj y observar cómo se mueven sus agujas. No es pasar de puntillas, sin querer, sin ganas, sin garbo y sin valentía. Entender que así no es justo ni necesario, que así no vale, que no cuenta, que más bien resta. Pero sobre todo entender que nadie vendrá a devolverte las horas perdidas, que al final del viaje no hay abonos de ratos perdidos o malgastados, no alegues taras ni mal estado que no te los devuelven. Mejor que sean pocos, los justos, los mínimos, los que necesites, eso siempre, pero los menos.

Y así entender, que esa valentía te va a doler, que duele mucho, que no te engañen, que quema a fuego y se indigesta. Y ya no descuentas los minutos, ni miras hacia atrás como si alguien te buscara, y eres más bien tú quien ya no busca, no necesita, ni reclama. Y así aprender, a caminar con paso firme, y hacer camino sólo contigo y preguntarte si te has perdido, si has hecho pasos fuera de sitio. Esa sensación única de no conocer el terreno y sentirte fuera de lugar, y mirar alrededor y preguntarte si es tu lugar.

Y así aprender que ibas bien, pero hasta que llegas más bien no sabes, y vas a ciegas, a tientas, con miedo o con precaución. Y entender que la precaución es sana, lo sabe el que ha caído y sabe que el golpe duele, y ponerse de pie cuesta un ratito. Por eso ahora vas despacito, pero sobre todo hay que ir. Y entender una vez más… que el que no va quizás no caiga, como el que no apuesta, que nunca arriesga pero, ¿y si tal vez ganas?


RSS Feed

¡Bien! Mensaje recibido

bottom of page